jueves, 16 de febrero de 2017

HÉROE EN POTENCIA


Después de la tormenta viene la calma. Al menos ese pensamiento circulaba por su cabeza como un mantra desde que había salido de la ducha matutina aquél viernes gris.
Pau era hombre de pocas palabras para sus allegados pero elocuente y gran conversador para consigo mismo y para extraños. Y aquella mañana no iba a ser una excepción. Mientras devoraba los restos  secos de pizza de la noche anterior podía escuchar claramente sus propios pensamientos, ahora fortalecedores y positivos ("puedes con todo, eres fuerte"), ahora descorazonadores y deprimentes ("no vales nada, lo has perdido todo, dónde está tu talento y fuerza de antaño?).  Dialogaba consigo mismo buscando y contrastando argumentos, mostrando evidencias y citando sueños imposibles.

Al salir de casa una algarabía de palomas picoteaba las migas de pan  que la vecina del segundo acostumbraba a lanzar por la ventana. Sin inmutarse, sus pasos firmes provocaron un revuelo histérico de  ratas aladas para regocijo personal y enfado de la señora Ramona.

Como cada día desde que había perdido su trabajo de toda la vida en el banco, su rutina matinal pasaba por sentarse diez minutos en el bar de Lili (antaño el gallego del barrio) y desayunar apaciblemente hojeando La Vanguardia mientras escuchaba las conversaciones de las mamás que acababan de dejar a sus pequeños en la escuela. Se trataba de conversaciones sobre los compañeros de clase, enfermedades de los niños y otros aspectos cotidianos tales como el asco que algunas mujeres sentían por sus maridos y los remedios sexuales que proponían. Por ello Pau, que aún a sus cuarenta y cinco años sentía necesidades sexuales, desplegaba sutilmente su antena para escuchar con atención lo que aquellas mujeres jóvenes pedían, para sonrojarse con las historias que se contaban entre sí y para imaginarse envuelto entre las sábanas con aquella morena bajita con ojos achinados que tanto le ponía.

Aquella mañana iba a ser distinta. El destino quiso que Pau al salir del bar tomara una calle distinta a la habitual y entrara por una callejuela estrecha que no conocía. Había leído en algún lado que uno de los secretos de la felicidad pasaba por modificar pequeñas rutinas cotidianas, ir al trabajo por otros caminos o hacer cosas nuevas cada dia.
Anduvo por el callejón hasta detenerse enfrente de un contenedor de obras con una gran mochila negra emergiendo por entre los escombros. Tentado de adivinar lo que contenía no dudó en aproximarse y cogerla. Para su sorpresa mostraba una extraña carga aunque bastante pesada. La arrastró un poco hasta sacarla del contenedor, situándola en el suelo para poder abrir las cremalleras.

Pau se quedó pálido. Acababa de encontrar un fusil de asalto con munición. Miró de lado a lado de la calle para ver si alguien lo observaba.
Dejó la mochila y se apartó unos metros, asustado primero, pensativo después: "será una broma de cámara oculta?, un artefacto que un terrorista rajado decidió abandonar ahi?, un soldado huído tal vez?". Fuera como fuere Pau sentía que esa mochila no estaba allí por casualidad y que el hecho de habérsela encontrado era una respuesta a alguna de sus preguntas diarias. "Será que el destino dispuso que yo me encontrara este arma para hacer algún uso específico necesario?".
Tras escasos minutos de deliberación interna decidió cargársela a la espalda y andar rápido hacia su apartamento.
Con las pulsaciones a mil y con ciertas dificultades nerviosas consiguió a duras penas abrir la puerta y buscar en su ordenador la referencia del arma que llevaba consigo.
Se trataba de un Ak-47. Un arma muy famosa y muy fácil de cargar y usar. Tanto que Pau rápidamente se vio en disposición de cargar y probar sin disparar. Se trataba de algo tan fácil que él mismo no daba crédito!

Se sentó en el sofá. Ak-47 en mano. Cerró los ojos y dio rienda suelta a sus fantasías más salvajes.
Disponía de un arma. Podía matar. Él. Pau. Un barcelonés normal, de cuarenta y cinco años, divorciado, amante de los cómics, en paro tras veinte años de dedicación sumisa al maldito banco que también lo había deshauciado, independentista, barcelonista, austero, bromista, despistado, amante de su familia sin tener ya a nadie, motero sin moto, bloguero (mostraba con orgullo su blog de mótards), deudor, civilizado, tranquilo, izquierdista recién converso tras una vida entera votando a CIU, anticatólico reservado, buena gente en general. Una persona normal con el poder de aniquilar.
En ello cavilaba mientras el viernes seguía su curso y el resto de barceloneses se afanaban en  prepararse un fin de semana reparador.

Pau se aferraba a su arma. Sentado en el sofá iba pensando en las diversas opciones que se le presentaban: podía acudir a los mossos y explicar su hallazgo o bien podía guardársela de recuerdo como curiosidad o bien... Podía usarla!

Tras esta idea un leve escalofrío recorrió su espalda. Soltó instintivamente el dedo del gatillo y el Ak47 quedó reposando, dormido sobre sus piernas.  "Bien mirado" -se dijo- "debería sentirne mucho más asustado de lo que ahora mismo me siento".  Y a partir de ahí inició una grave conversación interna donde los argumentos contrapuestos sobre si contactar con las autoridades o no fueron debilitándose mútuamente para emerger paulatinamente un debate moral sobre si era lícito o no usar el fusil. Sorprendido, Pau, fue objetivando cada vez con mayor fortaleza la idea moral que no sólo le permitía sino que más bien le empujaba  a hacer uso del poder aniquilador que el destino había dispuesto en su camino.  Un juicio moral propio muy influído por los recientes desastres encadenados en pocos años. Para un barcelonés medio educado en el ahorro, la búsqueda de la seguridad y estabilidad, las máscaras sociales, el "qué dirán", la ocultación de emociones y la honestidad aparente no resultaba fácil encajar vivir sólo en un piso de 30 metros habiendo perdido su ático con terraza, olvidar los viajes,  la cornamenta con su mejor amigo, la compra semanal sin fijarse en los precios, el orgullo de dirigir una oficina bancaria y presentarse como Director, la muerte por tristeza de sus padres tras perder su piso al haber avalado a Pau en su hipoteca, el abandono de sus amigos al no seguir su rítmo habitual de vida, las llamadas habituales reclamando pagos atrasados, la venta de su amada Harley y de otros muchos enseres ahora inútiles; la felicidad depositada en la estabilidad y la comodidad.

Pau sentía una rabia inmensa hacia el sistema que lo había encumbrado primero para mostrarle después la realidad del mismo. Y ese odio se hacía extensivo por momentos tanto hacia las piezas psicópatas dirigentes como a la diversidad de personas ignorantes -como él mismo hasta ahora- que apuntalaban cada día las bases del mismo sistema extorsionador, injusto, esclavista y radicalmente cruel que todo lo envolvía.

Anclado en ese odio profundo poco a poco comenzó a justificar éticamente un posible uso del fusil. El hecho de aniquilar alguna de las piezas claves del sistema resultaría en un claro beneficio para el resto de la humanidad. Básicamente Pau se posicionó en la idea que un acto de violencia pasaba a ser un acto de bondad, un sacrificio para el bienestar de los demás.

Tras dos horas de deliberación interna se sorprendió al observarse de nuevo con el dedo en el gatillo, con fuerza interior para sacrificarse y actuar movido más por la venganza que por la justícia.
Cerró los ojos y decidido a convertirse en asesino trató de hacer un listado de sus posibles víctimas descartando por la extrema dificultad a personajes clave del esclavismo actual como los Rockefeller, Rothschild, Morgan, Walburg, Kissinger  o algunos de sus hombres de paja en el sistema (los políticos dirigentes de los estados y regiones) responsables psicópatas.
A su vez se fijó en los dirigentes de las grandes corporaciones y bancos determinando que el acceso a ellos era también muy complejo. Fue repasando también otros cargos como presidentes de las filiales de multinacionales en Catalunya, altos cargos policiales y militares o dirigentes de hidroeléctricas, traficantes legales de armas, petroleras así como economistas, grandes financieros y intelectales reaccionarios sostenedores ideológicos del sistema. En cada caso se imaginaba a si mismo trazando un plan para acercarse al personaje y disparándole sin misericordia. Disfrutó exhiguamente en la ensoñación del asesinato múltiple de la cúpula de la Fundación Faes en el marco de un congreso y su sed de venganza también entró en catársis al imaginarse disparando contra el director de zona de su banco (el mismo que lo había despedido primero y deshauciado después), a un obispo reaccionario,a Jordi (el amigo de toda la vida que se acostaba con Judith),  a Judith y su abogado, al presentador del maldito programa de prensa rosa, al dueño de la cadena de televisión, a los altos ejecutivos  del grupo de comunicación, al presidente de la asociación fascista de su barrio, a la administrativa de hacienda que lo humilló en la  delegación, al policía que entró en su domicilio y le instó a marcharse y apremiarse en coger las últimas cajas, al coach personal que le indicaba que la vida era maravillosa y al inventor de la frase "si la vida te da limones prepárate una rica limonada".

Poseído por la rabia abrió los ojos, tomó el móbil y se pasó el resto del dia anotando en el bloc de notas todas y cada una de las posibilidades de asesinato, trazando planes, organizando detalles mientras encontraba cada vez más claras justificaciones, convenciéndose de la necesidad de actuar y no ser una pieza sumisa más del sistema, envalentinándose más y más comprendiendo que no tenía mucho que perder; sin casa, sin familia ni amigos, sin futuro, sin ilusiones. Sólo su cuerpo y mente. Y llegados a este punto se creía perfectamente capaz de sobrellevar una vida de presidio (entregarse era un hecho obligado, no tenía madera de mártir) y aún más viviendo el resto de sus días como héroe, rebelde y justiciero.

Escribió y escribió. Se olvidó del almuerzo y de la cena. Sin moverse del sofá y acariciando de vez en cuando su fusil se iba reencontrando poco a poco con su espíritu creativo, emergiendo de nuevo su energía constructiva y las ganas de vivir, el deseo y los objetivos.

Concentrado volvió a experimentar el placer de planificar, de visionar momentos futuros y acercarse hacia ellos. Excitado como hacía tiempo no se encontraba se adentró en la madrugada anotando sin cesar posibles objetivos, planes y argumentos esquivando una y otra vez el último momento, aquél en que cara a cara con su enemigo le vaciaría el cargador en el pecho.

Cuando su creatividad fue cejando fruto del cansancio Pau decidió parar y releer todas sus notas para terminar por centrarse en ese último instante de ver la muerte en los ojos del enemigo. Y fue allí donde Pau se bloqueó. Fue en esa visualización donde todo el esfuerzo previo se vino abajo comprendiendo definitivamente que no disponía del valor suficiente para matar a otro ser humano, ya fuera  de frente o por la espalda. Por muy justificado que estuviera todo Pau no era un asesino ni un psicópata y haciendo una y otra vez un ejercicio de visualización futura podía entrever en los ojos asustados de sus víctimas a las famílias que iban a llorarlos, a los hijos que iban a quedar huérfanos o sencillamente al horror de una muerte violenta.
Finalmente se hizo el silencio absoluto en su mente y consiguió mantener la serenidad para encaminarse a la cama y descansar de un dia durísimo.

Al día siguiente no tuvo dudas y sin pasar por el bar habitual a tomar el café se montó en su pequeño utilitario escondiendo en el maletero la mochila con el Ak y los cargadores. Condujo durante cuatro horas seguidas con el único objetivo de alejarse de la ciudad, adentrarse por carreteras cada vez más locales hasta dar con algún lugar alejado en el monte , tal vez un embalse donde poder deshacerse del hallazgo perturbador.

Tres años después rememora ese viaje en coche, el cruce de caminos con el control policial casual, los ojos de asombro del agente cuando abría la mochila, el revuelo mediático posterior, las cargas del fiscal revisando una a una sus intenciones detalladas en el móbil, la terrible pena impuesta por el juez y la jurisprudencia creada a raíz de su caso, su ingreso como héroe en potencia en el centro penitenciario, sus charlas con el educador del módulo, la agria visita de Judith y finalmente la falta de valor al observarse frente al espejo punzón de plástico en mano.



No hay comentarios:

Publicar un comentario